Deja ya de encontrar culpables; toma responsabilidad total.
- Gus Yurgel
- 12 jun 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 12 jun 2023
Hola querido lector,
Que gusto estar contigo nuevamente. Esta semana quiero invitarte a reflexionar acerca de dónde nos paramos con respecto a la responsabilidad total, a asumir nuestros errores y a no dar ciertas cosas por sentado dentro de nuestras empresas.
Uno de los mayores desafíos que encuentro como consultor en empresas es cuando me encuentro con los dueños enojados y frustrados porque “nadie hace lo que le corresponde”. Recordando mis tiempos de empresario los comprendo perfectamente. Sin embargo, caer en esta trampa sin dudas es un agujero negro en la eficiencia y rentabilidad de tu negocio.
Me refiero a uno de los mayores desafíos a nivel personal, porque la manera que yo tengo de intentar salir de este laberinto de frustración toca el ego de los empresarios. Quizás toque el tuyo ahora. La pregunta que yo te hago (y les hago) en este caso es; ¿y tú que nivel de responsabilidad tienes en que tu equipo no esté haciendo lo que le corresponde? Básicamente, el espejo frente al cual te estarás mirando es el que te muestra tus propios errores. Es muy tentador dejarse llevar por el engaño de que las cosas son ineficientes porque la gente no sabe trabajar. De hecho, es lo que sucede en muchos casos, por no decir la mayoría.
Si tu negocio no es rentable, no es eficiente, es inestable o te tiene en un estrés constante, lo más probable es que tú seas el máximo responsable. En definitiva tú eres el responsable de seleccionar (o despedir) a tu personal, tú eres el responsable de capacitar a tu equipo y tú eres el responsable de la comunicación interna en tu empresa.

Foto de fauxels: https://www.pexels.com/es-es/foto/foto-de-personas-hablando-entre-si-3182765/
Analicemos estos tres puntos:
Tú decides quien trabaja en tu empresa: tú tienes la última palabra para reclutar personas o decidir cuando hay que desvincularlas. Lo que en muchos casos sucede es que eres esclavo de sostener gente que no te sirve o reclutas gente de urgencia para tapar algún bache. Esto se debe a la falta de profesionalización y planificación del proceso de reclutamiento y selección de personal. El Capital Humano es el mayor costo que las empresas tienen, y desde luego el más sensible para obtener resultados. Una correcta planificación, diseñando los roles que necesitas y trabajando con tiempo en su reclutamiento es la base para evitar urgencias a la hora de contratar o de demorar los despidos. Contrario a como lo hacemos; deberías ser lento para contratar a través de un proceso bien planificado y rápidos para desvincular a quienes no funcionan en tu equipo.
La capacitación siempre rinde dividendos: es de esperarse que si siempre estás corriendo para tapar baches o vives renegando de tu equipo no tengas el tiempo y la metodología correcta para brindarles una necesaria inducción, una correcta capacitación y un acompañamiento paciente que les genere confianza. Quejarte porque la gente no hace lo que corresponde es una doble pérdida; primero por la falta de eficiencia y estandarización que tendrás en tu empresa, y, en segundo término, por la mala sangre que te harás cada día o cuando algo falla. Toma conciencia de que está en tus manos diseñar los procesos correspondientes, de la manera correcta. Será recomendable orientarte hacia tener un sistema empático, cooperativo y paciente para acompañar tu equipo en el proceso de aprendizaje. Recuerda que capacitar no es dar órdenes o indicaciones. Decir a alguien como se debe hacer algo no es suficiente para definir que la persona ha sido capacitada.
La comunicación interna hace la diferencia: son pocas las empresas pyme que tienen en cuenta algún elemento de comunicación interna. Y, en general, aquellas que lo tienen está limitado a tener un canal oficial para dar instrucciones; pero es una comunicación incompleta y en un solo sentido de la conversación. Tener un sistema de comunicación interna moderno y eficiente te resuelve una parte importante de la capacitación y del acompañamiento de tu equipo para que esté al tanto de los procesos de tu empresa y sus actualizaciones. Hoy en día, ya no alcanza con haber enviado emails describiendo un proceso o solicitando a la gente que imprima en papel las instrucciones. Por lo menos este método no es tan práctico para todos. Una cosa es si la persona está sentada en la oficina con una impresora y un lugar determinado para almacenar la información en papel (que igual me parece prehistórico) y otra es si la persona está en el campo de acción sin acceso a una computadora y debe resolver todo desde el celular. A la persona que está en un depósito, o vendiendo en una tienda o viajando en su auto, el exceso de email, lejos de ayudarlo, lo desorganiza y estresa. Hoy la tecnología permite herramientas colaborativas, canales de comunicación super eficientes y software para la organización de tareas. Todos engranajes clave para construir un sistema de comunicación interna que minimice el tiempo que se requiere para estar informado y al mismo tiempo encontrar rápida y fácilmente la información necesaria.
Volviendo al inicio, la reflexión que hoy te proponemos tiene que ver con salirte del sitio de queja en el cual todos se equivocan menos tú, y animarte a tomar responsabilidad absoluta por las fallas que detectas en tu equipo. Esto no se trata de encontrar culpables o de que tú te sientas culpable; para nada. Se trata de hacerte fuerte y responsable por todo lo que sucede en tu organización, tener paciencia y método para acompañar y capacitar a la gente que quiere aprender y darle salida a la gente que no quiere hacer el esfuerzo extra. Finalmente, todo se trata de armar el mejor equipo de seres humanos posible. A las personas que quieren superarse, que aceptan la crítica constructiva y quieren aprender las quiero siempre en mi equipo; pero, a aquellas personas que siempre encuentran los culpables afuera y que creen que nunca se equivocan, definitivamente los quiero lejos.
Empezando por ti mismo y tu espejo; ¿cuál de las dos personas quieres ser?
Con amor y respeto.
Un gran abrazo,
GUS
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